Me llamo Susana, tengo 49 años, y soy superviviente de cáncer de mama desde junio 2020, tras pasar por varios tratamientos, radioterapia, quimioterapia, mastectomía del pecho izquierdo sin reconstrucción, y vaciamiento ganglionar. Cuando estaba en el hoyo más profundo sólo me importaba sobre vivir y cuando lo peor pasó, y a pesar de la dureza del camino recorrido, me siento profundamente agradecida.
Ahora sé que soy una mujer más fuerte y sabía que antes. El objetivo de este testimonio es profundizar en un aspecto delicado y muy sensible para las mujeres cómo yo que pasan por una mastectomía, de un solo pecho, y no se reconstruyen inmediatamente, cómo es mi caso. A un grupo cada vez más amplio de mujeres todavía jóvenes, nos toca vivir con un solo pecho, incluso sin ninguno, algunas para siempre y otras hasta que se deciden en dar el paso de la reconstrucción posterior. Yo todavía no he decidido nada acerca de una posible reconstrucción, desde que acabe todo el proceso hace menos de un año, tenía claro que quería recuperar mi vida en todos los sentidos, tomar aire, y distancia y ya cruzaría ese puente cuando me sintiera preparada o fuera el momento.
Siento que la sociedad nos aboca a tener que tomar decisiones rápidas y correr a velocidad de la luz, sin tener en cuenta el coste físico y emocional que supone el proceso por el que muchas mujeres pasamos y por mucho que una reconstrucción tenga muchos beneficios físicos y emocionales a largo plazo, considero que hay que darle el peso adecuado a lo que implica la palabra reconstrucción. Más aun, cuando se trata de reconstrucciones complejas como sería la que a mí me han recomendado los médicos en las que se utiliza tu propia grasa, piel, y riego sanguíneo del abdomen, con la complejidad que esto conlleva y el tiempo de recuperación posterior.
Desde que abrí la ventana a redes sociales hace aproximadamente un año, me he relacionado con pacientes y supervivientes, y he comprobado que hay varias formas de encarar este trance. Todas son válidas, cada mujer nos merecemos el mismo respeto social a la hora de posicionarnos en este sentido. A mí me gustaría dar voz a todas esas mujeres que viven sin un pecho y se aceptan tal cual son ahora, optando por las soluciones específicas que existen para nuestro caso, y además ayudar con mi testimonio, a otras mujeres que lo están pasando mal por esta circunstancia, mujeres que no se han reconstruido todavía, que no quieren o no pueden y no acaban de sentirse bien con las soluciones de las firmas especializadas que ofrecen tanto en lo que respecta a las prótesis externas y lencería femenina cuidada y adaptada a esta situación. Me consta que hay mujeres que no quieren usar prótesis externa para el lado operado y utilizan sujetadores “uniteta” de tal forma que sólo hay copa para el lado donde hay pecho y el otro queda al descubierto o tapado pero plano. He visto en internet que les llaman sujetadores inclusivos. Yo creo en la diversidad, y en que existan alternativas para todos los gustos, pero es verdad que respetando que exista esta opción, yo me identifico mucho más con la lencería de “dos copas”, para meter la prótesis externa, en la copa del lado sin pecho. Existen prótesis de distintos tipos, pesos y tamaños, incluso para el momento baño en la piscina o en el mar. Es cierto que implica un coste económico extra no cabe duda, pero las prótesis duran mucho tiempo y están cubiertas en parte por la seguridad social.
Existe una tendencia social a utilizar para todo el término inclusivo. Para mí el debate no es ese, para mí el debate es otro. Vamos por la vida vestidas, no desnudas, y resulta mucho más equilibrado, y estético a la hora de llevar y lucir las blusas, jerséis, vestidos, etc., el efecto de simetría corporal en la zona, es decir tener dos lados simétricos, no uno abultado, y el otro plano. Quizás algunas mujeres me dirían que ocultar esa falta de simetría, con una prótesis es no aceptar la diversidad, pero no es eso, acepto la asimetría como una nueva característica de mi cuerpo, pero la simetría me hace sentir más equilibrada, y para mí el efecto estético de utilizar sujetadores con dos copas y prótesis es mucho mayor. Por hacer una comparativa, yo acepto mi madurez en años, y agradecida de cumplirlos, pero no significa que vaya a dejar de usar el corrector de ojeras, o dejar de usar cremas antiarrugas para el rostro, por ejemplo.
Yo me pruebo ropa sin el efecto de la prótesis, y para mí el efecto es muy extraño y poco favorecedor. No se trata de que yo quiera ocultar que sólo tengo un pecho, no se trata de que me avergüence, no se trata de que no me sienta femenina sólo con un pecho, se trata de conseguir una mayor armonía tanto a la hora de estar vestida cómo de ir con un bikini o bañador o de estar en sujetador en la intimidad de mi casa. Por otro lado, en el día a día, al andar, hacer ejercicio, en definitiva, al moverte, me pregunto hasta qué punto es cómodo vivir con el peso de un pecho en un lado y sin peso en el otro. Y voy más allá. ¿Hasta qué punto es saludable? En ese sentido, los profesionales sanitarios y fisioterapeutas tendrán seguro algo que decir, porque vivir con un peso (el pecho sano) en un lado del cuerpo, sin el contrapeso al otro lado, el sentido común me lleva a concluir que esta situación mantenida en el tiempo puede afectar negativamente al equilibrio del esqueleto y músculos de la espalda, por ejemplo. Otra conclusión a la que he llegado en todo este tiempo sin pecho es que no quiero poner demasiado énfasis en esta carencia. Está aceptado, pero no quiero recordármelo todo el rato, ni quiero ponerme un cartel diciendo “mírame, no tengo un pecho”, no quiero esa notoriedad.
Al final considero que lo más importante es recuperar nuestra confianza, autoestima y auto imagen desde dentro, desde lo que somos como personas y cómo mujeres, desde lo que hemos aprendido y lo que podemos llegar a conseguir, independientemente de cómo sea nuestro cuerpo. Decidí hacerme esta foto, para celebrar que en esta primavera estoy curada y todo va bien, y cómo reivindicación de la alegría, y feminidad tras el cáncer. Las margaritas han florecido, a pesar de mis cicatrices.
Susana Sánchez Palacios
www.cancerworkandlife.com